Desde finales del siglo XIX, la fijación -cuando no la construcción- de la identidad, o mejor, de las identidades salmantinas comenzó a adquirir una deuda rodada con la imagen, fija en un primer momento y en movimiento después; en blanco y negro al principio y finalmente en color.

Estereotipos y arquetipos, referentes esenciales de lo que la provincia y la ciudad de Salamanca suscitan, se encarnan aquí en los lugares-emblema de la provincia, la ciudad y sus rostros, la dehesa y el toro, los tipos populares y sus vestires, las formas de vida campesina y los oficios para la subsistencia, siendo contemplados con los ojos del artista, del documentalista, del reportero…

Esta es una puerta abierta a la reflexión a propósito de las relaciones de ida y vuelta entre la identidad -las identidades- de Salamanca y la imagen como instrumento vehicular.