Cuando octubre supera su ecuador, la tradición salmantina vuelve sus ojos a los cementerios, en una cíclica conexión con los antepasados en el contexto de la fiesta de Todos los Santos.

El cementerio forma parte de nuestra cultura funeraria y por ello, este recorrido singular por la provincia de Salamanca, a través de una selección de sus cementerios, contribuirá a afianzar una percepción distinta y enriquecedora del patrimonio cultural salmantino y servirá también para constatar la infinidad de identidades salmantinas que pueden inspirar a nuestros artistas.

Entre los nuevos creadores de la imagen que han logrado hacerse un hueco con su sensibilidad y singular visión del mundo, de las cosas y de las personas, se encuentra Pablo de la Peña. Su fotografía posee una fuerza y un sello inconfundibles.

Pablo de la Peña crea espacios míticos de cielos imposibles, nos descubre primeros planos con evidencias de olvido, picados y contrapicados de enorme eficacia, contraluces de atardecer que potencian la intensidad. Persigue la estética de la degradación, practica la sugerencia más que la evidencia, como herramientas imprescindibles y fructíferas para un diálogo con el espectador, enseñándonos a mirar para descubrir lo que está ante nuestros ojos, si sabemos quitarnos la venda del vértigo y el esteriotipo, si logramos trascender el tabú de la muerte.